La Constancia en el Ejercicio del Derecho
Este artículo trata sobre la constancia a la hora de ejercer el Derecho, una profesión que, con sus altas y bajas, contribuye a la formación humana.
En varias oportunidades, algunos colegas, amigos e incluso yo misma hemos considerado dedicarnos a otras profesiones u oficios. Sin embargo, diría que el amor y la pasión por el Derecho nos hacen tercos y testarudos, a pesar de las constantes críticas del mundo exterior y de nuestras propias dudas que a veces nos traicionan haciéndonos sentir incapaces.
A lo largo de estos cinco años en los que he ejercido mi carrera profesional, que son hasta ahora unos pequeños pasos en comparación con el trabajo desarrollado por mis maestros y antiguos jefes, he aprendido que el Derecho no es únicamente una profesión fría basada en audiencias, apelaciones y disputas ajenas y a veces propias. También he descubierto el lado humano e incluso divino de una profesión regida por preceptos que la misma sociedad ha establecido.
Haciendo un análisis de las situaciones que he resuelto, me he dado cuenta de que no he perdido mi lado humano. Cada situación profesional y laboral ha llegado a mí para enseñarme algo. Los deseos de una niña de once años, con el ánimo de ayudar a los demás dentro de la justicia y con un sentido altruista, se han consolidado. Tal vez no he salvado el mundo, pero he hecho mejores y más fáciles pequeños mundos.
Uno de los recuerdos que más atesoro es el día en que una de mis clientas, una madre, recibió la noticia de que sus hijos de seis y siete años serían devueltos a su hogar después de haber estado casi seis meses en uno de los centros del ICBF. Sentir los abrazos y las lágrimas de mi clienta, sus hijos y su abuela, son cosas que realmente te humanizan como abogado. Pequeñas victorias no solo marcan tu experiencia profesional y laboral, sino también tu esencia como persona. Cuanto más conocimiento y poder o prestigio adquiero, más busco ayudar a los demás sin desmeritar el trabajo y el respeto por la profesión.
Así como hay días buenos, también hay días malos y difíciles que te hacen cuestionar si estás en el camino correcto. Me recuerdo a diario que siempre hay un mejor mañana, y aunque hoy no fue, mañana seguro será un sí. Lucho, y sé que algunos de mis colegas también lo hacen. Recuerden que no hay que compararse con los demás; a veces unos tienen más estudios, trascendencia o trayectoria, pero aun así tu verdad y conocimiento no son inferiores, tus habilidades no son menores y cada día te levantas buscando una solución para tu caso, que al fin y al cabo tiene una historia humana de carne y hueso como tú.
Con esta reflexión, quiero mostrar cómo el ejercicio de una profesión, desde el parámetro de la verdad y el respeto, te hace más humano y te lleva a ejercer el Derecho con gratitud y altitud. No importa, querido colega, amigo o compañero, los comentarios malintencionados de los demás. Si has hecho las cosas con rectitud, no tienes por qué avergonzarte, porque recuerda que una mentira se puede ocultar, pero una verdad siempre saldrá a flote.